Muchas personas, incluso líderes importantes contra el cambio climático, esperaban que el proceso de la conferencia del clima resultara un fracaso. Los dirigentes nos decían una y otra vez que “a la gente no le importa el cambio climático”. Pero los activistas comprometidos del mundo sabían que se equivocaban. Confiaban en que los ciudadanos del mundo estaban comprometidos con salvar nuestro planeta, y que harían lo necesario para que sus gobernantes debieran comprometerse con la causa. Y tuvieron razón: los líderes mundiales acaban de fijar en el final de la COP21 un objetivo histórico que podría salvar todo aquello que amamos.
La COP21 es la XXI Conferencia Internacional sobre Cambio Climático que se desarrolló en París desde el 30 de noviembre hasta el 11 de diciembre de 2015. Se trata de una de las reuniones más importantes del año, porque en ella se discute el futuro del planeta en el que vivimos y que habitarán las futuras generaciones.
La conferencia finalizó el 11 de noviembre con la aprobación de un acuerdo que busca que 195 países comiencen a implementar políticas para frenar el cambio climático a partir de 2020.
Millones de personas comenzaron a concientizarse en los últimos años sobre el impacto negativo del cambio climático. Lo vivieron «en carne propia»: inundaciones, huracanes, tormentas en zonas en las que antes no las había. Por eso los ciudadanos del mundo salieron a la calle, firmaron peticiones, hicieron llamadas y enviaron mensajes. Como resultado, consiguieron este acuerdo, que es un enorme punto de inflexión en la historia de la humanidad.
Cero emisiones netas
«Cero emisiones netas» es lo que se busca lograr con el acuerdo firmado. Esto significa encontrar un equilibrio entre lo que liberamos en la atmósfera y lo que se absorbe naturalmente. La forma de conseguirlo es con energías limpias y renovables.
Los representantes de los diferentes países del mundo y principales referentes en el tema están sorprendidos de los compromisos que se han tomado en el acuerdo. “Este texto contiene los elementos que creíamos imposibles de lograr. Se trata de un documento que marcará un momento histórico como acuerdo universal y legal”, explicó el presidente de la COP21 y ministro de Relaciones Exteriores de Francia, Laurent Fabious.
¿A qué se comprometen los países en el acuerdo?
Los temas más controvertidos en la discusión fueron el principio de diferenciación, el grado de ambición a alcanzar en el aumento de la temperatura de la Tierra y las condiciones del financiamiento.
El presidente de Francia, Francois Hollande, aseguró que este texto será el primer acuerdo universal en negociaciones climáticas y expresó : “No seremos juzgados por una palabra, sino por una acción. No seremos juzgados hoy, sino en el resto del siglo”
El acuerdo no es perfecto, pero permite iniciar un proceso de reconversión de políticas e incidencia en el sector industrial que reducirá el cambio climático.
El acuerdo firmado en la COP21 es de carácter vinculante. Esto significa que los países que lo incumplan pueden ser juzgados y sancionados, a diferencia de lo que ocurre con otras resoluciones de las Naciones Unidas.
Los objetivos fijados por el acuerdo son la inclusión de una voluntad de alcanzar un aumento de la temperatura máximo de 1.5°C, el establecimiento de un financiamiento de un mínimo de 100.000 millones de dólares anuales para los países en vías de desarrollo, la revisión de las contribuciones nacionales cada cinco años para mejorar las propuestas en torno a que sean más ambiciosas, y la definición de una agenda tentativa de las acciones previas al 2020, incorporando mecanismos de implementación acelerada, un proceso técnico de mitigación y otro de adaptación.
No obstante, a pesar del hito histórico que significa este acuerdo, rápidamente se hicieron sentir ciertas voces respecto de las ausencias, carencias, dificultades o desafíos que el Acuerdo de París aun presenta, en torno a ejes como la falta de solidez en el 1.5°C, que aparece como un propósito a alcanzar con “esfuerzos”, y no como un objetivo concreto.
También es notable ausencia de referencia a los combustibles fósiles, necesaria para poder transformar las políticas de producción actuales basadas en la explotación de carbón y petróleo. Por último, los derechos humanos están en el preámbulo, pero no entre los objetivos, lo que les quita cierta presencia. Pero en definitiva, debemos esperar para ver cómo se llevan a la práctica los objetivos que hoy quedaron plasmados en el papel.
La promesa más ambiciosa de la cumbre de París ha sido la de Bután, que se ha comprometido a reducir a cero su emisión de residuos para 2030. Bután es muy particular, ya que tiene suficientes árboles para absorber tres veces más gases contaminantes de los que produce.
Sin duda, este acuerdo representa un histórico avance para combatir el cambio climático, pero está claro que, como dijo uno de los mandatarios presentes, «París no es un fin, sino un gran comienzo, de un gran trabajo que queda por hacer».
Fuente: labioguia.com