Historias de Vida en Filipinas

Filipinas historias(Judy y su familia muestran los alimentos recibidos por ADRA)

Judy, de 44 años, vivía una vida sencilla con su familia en la comunidad de Pawa, cerca de la ciudad de Panay town donde se encuentra la campana de iglesias más grande de Asia. Con 4 hijos, la familia trabajaba en un estanque de peces, el cual les daba los ingresos suficientes para construir su propia vivienda, aunque esta fuera humilde.

Cuando el tifón Haiyan golpeo su aldea, los fuertes vientos y las inundaciones arrasaron todo lo que habían conseguido con los años y el trabajo duro, pudiendo solo salvar sus vidas.

Después de la tormenta, Judy intentó volver a su casa, pero al ver que no quedaba ni una ventana de lo que antes era su casa, cayó de rodillas y lloro amargamente en desesperación por no saber qué hacer ni cómo atender a su familia. Esta situación de indefensión, obligó a Judy y a su familia a compartir un espacio limitado dentro de un centro de evacuación local con otras 18 familias, hasta que pocas semanas después, su hermana les permitió quedarse en un anexo de su casa que no había sido demasiado afectada.

Judy confiesa que “vivir en un centro de evacuación fue una experiencia muy difícil….nunca pensamos que podríamos vivir algo así, ya que eran cosas que solo veíamos en televisión cuando ocurrían desastres en otros lugares..”. Otra cosa que empeoraba la situación de los desplazados era la incapacidad del gobierno local de responder a las necesidades y exigencias de la población por alimentos.

Cuando el tifón golpeo Pawa, no solo arraso con las viviendas, sino que también se llevo consigo los medios de subsistencia de miles de personas, entre ellos Judy, ya que los estanques piscícolas que les sustentaban fueron destruidos completamente. Por esta razón, y como forma de conseguir medios para seguir sustentando a su familia, Judy se marchó a otra comunidad y empezó a lavar ropa por 150 pesos (3,5 USD) al día. Por otro lado, su marido consiguió trabajo como guía de un comerciante de ganado local, con una comisión de 100 pesos (2,3 USD) por cabeza de ganado vendida. Lamentablemente, lo que ganaban en sus respectivos trabajos no era suficiente para cubrir sus necesidades básicas, por lo que Judy tuvo que pedir ayuda a sus padres.

Después de un par de semanas, escucharon que algunos vecinos habían recibido ayuda de emergencia, y empezaron a ver personas con camisetas amarillas con el logo de ADRA.  “cuando los vimos, nos alegramos mucho de que nuestra comunidad había sido incluida en la respuesta a la emergencia…Hemos recibido la ayuda de ADRA, al igual que nuestros amigos y vecinos, y ahora hemos empezado a recuperarnos después del tifón”.