Cooperantes, una pieza más de un complejo sistema.

4sb0zvOHLivingstone y Stanley fijaron hace años el imaginario del aventurero. Los misioneros continuaron exportándolo. Con el paso de los años, añadimos al imaginario el vector filantrópico y… voilà, ya tenemos nuestro prototipo de cooperante. Un modelo que a veces raya la imagen de superhéroe y con la que las ONG de Desarrollo no nos sentimos muy cómodas. No.

Esta imagen, como todas, tiene dos filos. Por un lado lleva incorporada una visión del mundo geocentrista: países que ayudan y son buenos, frente a los que reciben y no son tan buenos. Por el otro, es innegable el trabajo que muchos y muchas cooperantes realizan de la mano de movimientos locales en contextos en los que los retos son brutales y las oportunidades de cambiar la realidad, aparentemente nulas.

La experiencia nos ha hecho comprender que contar con personas locales para desarrollar nuestro trabajo es mucho más adecuado que enviar a alguien desde nuestro país. De hecho, el 61% del personal de las ONG de Desarrollo son personas originarias de los lugares en los que trabajamos. Sin embargo, las complejas situaciones a las que se enfrentan regiones enteras de nuestro planeta exigen un compromiso global y una labor de cooperación que, sin duda, contribuye a la mejora de las condiciones de vida de las personas. Esto se ve claramente en el caso de la acción humanitaria en la que de los y las cooperantes continúa siendo imprescindible; una labor que, mejor que ninguna otra, demuestra que la colaboración internacional entre personas y organizaciones de muchas nacionalidades —especializadas en acciones de emergencia—, garantizan una atención a millones de personas que, de otra forma, quedarían desatendidas.

Los enormes recortes a los que se ha visto sometida la política de cooperación han supuesto la pérdida de 2.000 puestos de trabajo en el sector y una reducción del 55% de nuestros proyectos —según datos del último Informe del Sector. Este desplome tiene consecuencias inmediatas en el trabajo que realizamos y, por tanto, en la vida de las personas con las que trabajamos en más de 100 países.

Protagonistas secundarios

En los últimos años, la ausencia de seguridad ha situado a los y las cooperantes en el foco de los medios de comunicación. Los secuestros o los chantajes de grupos armados han ocupado numerosos titulares. Sin embargo, el análisis de estas situaciones suele implicar un enfoque parcial e injusto puesto que olvida a quien más sufre estos actos violentos: el personal local que trabaja para nuestras ONG.

Y con todos estas limitaciones y condicionantes, seguimos contando con muchas personas en todo el mundo actúan como catalizadores de realidades locales, se insieren en la cultura local, se sitúan en un segundo plano e incluso actúan de escudos humanos siempre al lado de las comunidades y quienes menos oportunidades tienen. Gracias a ellas y a ellos, conocemos una visión de la realidad que no podríamos tener de otra forma; conectan realidades y actúan de auténticos embajadores de nuestro país. Aunque los gobiernos lo ignoren cuando hablan de política exterior, muy a menudo, los y las cooperantes son la representación más preciada.

En un mundo en el que las aristas de los acontecimientos cada vez son más complejas y están más interconectadas, el papel de antena de noticias, de relacionar realidades diferentes y garantizar que la una sepa de la otra, de presentar realidades más allá de un tuit o un titular, de saber por qué ocurren ciertas situaciones y quién las protagonizan… es probablemente una de las claves que más sentido sigue dando a esta figura.

Por tanto, sigue teniendo sentido celebrar este Día del Cooperante; pero sobre todo, porque al hacerlo, tenemos presentes a quienes son protagonistas de este día: las personas que quedan relegadas a las bambalinas de la actualidad internacional, aquellas a quienes se les priva de oportunidades y han de luchar por sus derechos. Al parecer, ni aún acercándose en pateras o andando a Europa, ni aún perdiendo su vida y la de sus hijos e hijas en el Mediterráneo, somos capaces de reconocer que hay un muy largo camino para conseguir que todas las personas, en todos los rincones del mundo recuperen sus derechos y las oportunidades para poder tener una vida digna. Un camino que no podremos recorrer sin una alta dosis de cooperación entre los pueblos.

Francesc Mateu es vicepresidente de la Coordinadora de ONG para el Desarrollo.

Fuente: elpais.com