Es después de la Segunda Guerra Mundial, con la creación de las Naciones Unidas, cuando la comunidad internacional se comprometió a no permitir nunca más atrocidades como las sucedidas en ese conflicto. En su resolución 217 A (III) del 10 de diciembre de 1948, la Asamblea General, reunida en París, aprobó la Declaración Universal de Derechos Humanos.
Al formar parte de tratados internacionales, los Estados miembros de Naciones Unidas asumen deberes y obligaciones, y se comprometen a respetar, proteger y promover los derechos humanos.
Si bien es cierto este compromiso de los Estados, tanto en su adhesión, incorporación a los sistemas legales nacionales e internacionales y el acceso a la vía judicial en caso de incumplimiento, lo es también que este mecanismo no asegura su cumplimiento. Es una evidencia que no se han logrado resolver las situaciones de injusticia en lo que se refiere a la desigualdad social y el tratamiento de la diversidad.
El respeto a los derechos humanos no es responsabilidad exclusiva de los Estados, también lo es de los individuos, de hecho muchos de los abusos perpetrados contra ellos se han debido a faltas individuales. Los Estados tienen la capacidad legislativa para imponer normas de convivencia y coercitiva para sancionar los comportamientos que las incumplan, pero esto por sí solo no garantiza una conducta social de respeto a los derechos humanos, requiere también la asunción de este principio ético por parte de las personas en sus relaciones sociales.
La sociedad civil organizada, el tercer sector y otros agentes sociales, juega un papel decisivo en esta tarea por su capacidad de influencia sobre los individuos, los grupos y las sociedades, para que consideren, a cada individuo y a todo individuo, como un sujeto de derecho y de igual valor intrínseco. En su actuación cotidiana para superar situaciones de injusticia y discriminación que viven los países, las minorías, las personas excluidas e invisibles socialmente, las organizaciones sociales:
• Elevan al escenario público un discurso de los derechos humanos práctico, responsable y accesible a distintas perspectivas, e incorpora a los grupos más vulnerables en la elaboración de propuestas sobre los cambios necesarios.
• Desvelan la injusticia en el escenario público y ejercen presión social, produciendo y proporcionando informaciones, educando, proponiendo políticas públicas.
• Inciden directamente en los sistemas legales y políticos, al llevar casos a los tribunales, proporcionar información y datos para la mejora y puesta en marcha de políticas públicas y nuevos mecanismos para la creación de un sistema efectivo de protección de los derechos humanos.
• Hacen propuestas de innovación social mediante la creación de modelos de actuación, cuya eficacia ha sido probada en el espacio social micro y proyectan sus posibilidades de solución en un escenario más amplio.
De esta forma, en su trabajo por la justicia, la igualdad y la dignidad de todo ser humano, son capaces de influir en la ciudadanía y en los Estados para hacer efectivos los derechos.
De esta forma, en su trabajo por la justicia, la igualdad y la dignidad de todo ser humano, son capaces de influir en la ciudadanía y en los Estados para hacer efectivos los derechos.
El compromiso social con los derechos humanos requiere que la sociedad civil se empeñe en la construcción de redes, es una exigencia que deviene no solo de la necesidad de eficiencia y eficacia, sino también de la obligación de presentar una alternativa compartida por la sociedad civil organizada. Las organizaciones deben buscar por tanto, cómo vincular entre sí las acciones y discursos, superando el peligro de fragmentación del movimiento asociativo en su competencia por espacio, protagonismo y recursos.
El trabajo en red se desarrolla en la realidad de los procesos sociales y debe producirse en todos los niveles de la sociedad, con individuos, organizaciones, sector empresarial, universidades y administraciones públicas, e implica un activo y constante diálogo con intereses variados y no sólo con los que comparten un mismo discurso.
El compromiso por los derechos humanos es el compromiso ético de la sociedad civil por una sociedad democrática, respetuosa con las diferencias, capaz de trabajar por buscar salidas a realidades de exclusión, de discriminación e injusticia, tanto de las personas como de los países, y emprendedora en la búsqueda de puntos de encuentro social frente a situaciones contradictorias que conllevan a conflictos.
Fernando Arias Canga
Director de la Fundación Pluralismo y Convivencia